¿Miedo a morir… o miedo a lo desconocido?

«Los objetos que percibimos por medio de la vista, el olfato, el gusto, el oído o el tacto no son ni positivos ni negativos. Estas cinco consciencias se limitan a identificar el objeto. Es nuestra mente ignorante la que decide etiquetarlos como agradables o desagradables, y es esa misma ignorancia la que nos dice que debemos alejarnos de aquello que ha etiquetado como negativo o indeseable, y también de aquello que no logramos identificar; aquello que desconocemos».

Geshe Thubten Tsondue.

Ayer tuve una vez más el honor de servir como traductor de Geshe Tsondue, uno de mis maestros, y durante su enseñanza insistió en el hecho de que es la ignorancia lo que nos lleva a determinar si algo nos proporciona satisfacción o sufrimiento. Lo que un día nos pareció agradable, otro día lo aborrecemos. Lo que antes nos asustaba, ahora nos encanta. Lo que ahora nos preocupa, mañana nos hará sentir plenos y seguros. Ocurre con todo aquello con lo que establecemos contacto: Un objeto material, una situación, una experiencia, un concepto…

Y uno más de entre esos objetos es la muerte. Morir no es sólo un concepto teórico: Todos hemos visto gente llorar en un hospital alguna vez. Hemos acudido a entierros. Hemos dado el pésame a alguien. Puede que la gente nos haya «acompañado en el sentimiento» a nosotros mismos y nuestras emociones se alteren cuando pensamos en alguien querido que ya no está. Intentamos explicar a los niños dónde han ido la abuelita, el hámster que ya no se mueve en su jaula o el perro que tantos años ha acompañado a la familia y de pronto ya no está. Disimulamos nuestra tristeza al visitar a un amigo muy enfermo y nos aterroriza ver en televisión noticias sobre cuánta gente ha muerto hoy en una guerra o a causa de un terremoto.

Y pese a tenerla tan presente, la muerte nos sigue pareciendo algo desconocido, y como desconocido, la mente corre a etiquetarla como indeseable y espantosa, y según pasan los años, nos vestimos, maquillamos, peinamos, medicamos y operamos pretendiendo convencernos a nosotros mismos de que no: No me voy a morir. Se mueren los otros. Se morirán mis padres, se murió mi vecina, se muere todo el mundo, he comido animales sacrificados y pisado inocentes hormigas toda mi vida, pero ¿yo? ¡De eso nada! Y tocamos madera, nos encomendamos a los santos y nos compramos todas las cremas antiarrugas que hagan falta para intentar convencernos a nosotros mismos de que la muerte es algo que afecta a todo el mundo, sí, pero «a mí no» (dijo la ignorancia).

Sin embargo, ¿no es más razonable investigar aquello que nos preocupa? Cada vez que tenemos un problema o un sufrimiento que nos estrangula, intentamos fijarnos en qué ha fallado, cómo hemos llegado a esa situación, por qué se produce, y es únicamente esa investigación lo que nos permite ser conscientes de que el problema no era tal problema, y en caso de serlo podremos discernir con más claridad hasta qué punto tiene solución o no. Según el gran maestro Shantideva, «si algo tiene solución no tiene sentido preocuparse, y si no hay solución posible, preocuparse tampoco servirá de nada».

«La muerte no es algo raro. Ocurre todos los días, en todo el mundo. Entender que definitivamente moriremos nos anima a llevar una vida significativa. Cuando vemos que puede suceder en cualquier momento, es menos probable que peleemos y discutamos por cosas insignificantes. En lugar de ello, nos sentimos motivados para sacar el mejor provecho de la vida ayudando a los demás tanto como nos sea posible».

Su Santidad el XIV Dalai Lama.

Dado que la muerte es algo que siempre nos ha causado tanto miedo y la razón de ser del budismo es identificar las causas del sufrimiento para neutralizarlas, el estudio sobre todo lo relacionado con la muerte es algo fundamental para el pensamiento budista: Sólo observando detenidamente lo que nos resulta desconocido conseguiremos comprender su verdadera naturaleza. Es esta observación la que ha permitido al pensamiento budista analizar con profundidad aspectos básicos de nuestra experiencia vital que sólo han empezado a despertar el interés de científicos y estudiosos cientos e incluso miles de años después, como la neuroplasticidad cerebral o la relación directa entre el estado de ánimo sobre la salud de las células cancerosas, por citar sólo un par de ejemplos.

cartel-mayo-2017-yogael-MUERTE

En el taller de introducción a la meditación tibetana de este domingo 14 de mayo de 2017 en Madrid haremos un acercamiento a cuestiones como qué es la muerte y por qué se produce, cómo es el proceso, cómo afecta la muerte tanto al propio fallecido como a enfermos terminales y a sus seres queridos, recomendaciones para el momento de la muerte, fundamentos de la reencarnación y más.

Cuándo: Domingo 14 de mayo 2017 – 10:30 a 13:30 h.
Dónde: Yogael. C/ Ocaña, 112 Posterior (Madrid). Renfe Aluche. Metro Eugenia de Montijo.
Aportación: 10 €.
Material (si es posible): Cojín de meditación. Papel y boli para apuntar notas, dudas…
Comparte el evento en Facebook. Por favor, reserva ya tu plaza AQUÍ.